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Tras casi dos décadas de matrimonio, Nicole Kidman y Keith Urban han oficializado su divorcio con un acuerdo que detalla los términos de custodia, finanzas y bienes compartidos. La noticia ha sorprendido al mundo del entretenimiento, sobre todo por las revelaciones sobre las tensiones profesionales que habrían marcado los últimos años de la pareja.

Según los documentos judiciales, la actriz australiana será la principal responsable del cuidado de sus hijas, Sunday Rose (17) y Faith Margaret (14), quienes vivirán con ella la mayor parte del año. Urban contará con fines de semana alternos y algunos periodos vacacionales, además del Día del Padre. Ambos deberán participar en un curso para padres divorciados como parte del acuerdo.

En el ámbito económico, el pacto establece que ninguno de los dos recibirá pensión alimenticia y que cada uno asumirá los gastos de sus hijas durante el tiempo que estén bajo su cuidado. Tampoco existen deudas conjuntas, y tanto las cuentas bancarias como las inversiones, derechos de autor y propiedades intelectuales quedan completamente separadas.
Respecto a los bienes materiales, las viviendas y propiedades —entre ellas una granja en Nashville, una mansión en Beverly Hills y residencias en Australia y Nueva York— están registradas a nombre de fideicomisos o sociedades, lo que impide reclamos directos por parte del otro. Los objetos personales, joyas y obras de arte también serán divididos de manera individual.

El motivo oficial del divorcio ha sido catalogado como “diferencias irreconciliables”, aunque fuentes cercanas indican que la falta de apoyo de Urban hacia la carrera de Kidman habría generado un creciente distanciamiento. La actriz, que en los últimos años ha retomado proyectos de alto perfil, habría sentido que su pareja no valoraba su trayectoria del mismo modo que ella apoyó la carrera musical del cantante.

A pesar del impacto mediático, ambas figuras han mantenido la discreción. Kidman, fiel a su estilo reservado, ha evitado declaraciones públicas, mientras Urban continúa enfocado en su música.
Con este acuerdo, la pareja pone fin a un matrimonio que comenzó en 2006 y que, durante casi veinte años, fue considerado uno de los más estables de Hollywood.