Quesería artesanal Di O’Valle: tradición, identidad y sabor desde Abancay
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Quesería artesanal Di O’Valle: tradición, identidad y sabor desde Abancay

Una familia de Marcahuasi, en Abancay, fusiona técnicas europeas con tradición andina para crear quesos artesanales únicos que maduran entre las alturas, el tiempo y la pasión.

Diana Davila
15 de octubre de 2025

En las alturas de los Andes apurimeños, una familia está transformando la tradición quesera con sello propio. La quesería artesanal Di O’Valle, ubicada en la comunidad de Marcahuasi, en Abancay, ha logrado fusionar el legado europeo con la riqueza láctea del Perú, dando vida a una colección de quesos que combinan técnica, tiempo y un profundo respeto por la tierra.

Inspirados en variedades clásicas como la Fontina, la Formaggella y el Sbrinz, los productores reinterpretan estos estilos con identidad andina, bautizándolos como Kerap, Marcaw y Wakansay, nombres que rinden homenaje a los lugares que los vieron nacer. El proyecto nació de una pasión familiar por el queso y el vino, y hoy se ha consolidado como una iniciativa que pone en valor el proceso artesanal, la calidad de la leche local y la paciencia del tiempo. El resultado es una línea de quesos maduros con perfiles únicos, elaborados con dedicación y precisión.

Cada variedad de Di O’Valle guarda una historia propia y un vínculo directo con el territorio apurimeño. Kerap, inspirado en la zona de Kerapata, es el equivalente andino de la Fontina italiana. Ideal para tablas, puede madurarse entre seis meses y tres años, revelando sabores complejos y persistentes. Marcaw, de textura suave y gusto equilibrado, lleva el nombre de Marcahuasi y se adapta a todo tipo de paladares

La producción, realizada semanalmente en pequeños volúmenes, destaca por su cuidadoso proceso de maduración en cava, donde los quesos se tratan con salmuera para desarrollar sabores y texturas únicas. Pueden disfrutarse desde los seis meses de curado, mientras que las piezas más añejas, de hasta diez años, alcanzan precios de 250 a 600 soles por kilo. La familia planea lanzar versiones más jóvenes y accesibles al público.

Aunque la producción sigue siendo de escala familiar, el reconocimiento ha crecido gracias al boca a boca y a los envíos a distintas ciudades y países. El éxito ha motivado a la familia Di O’Valle a proyectar la apertura de un punto de venta exclusivo, donde se puedan adquirir sus quesos junto con mermeladas y vinos artesanales.

Con cada pieza elaborada, Di O’Valle confirma que la maestría europea puede encontrar un nuevo hogar en los Andes peruanos, donde el tiempo, la altura y la pasión se unen para crear auténticos tesoros lácteos con sabor a identidad.

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